Resultados - Analisis de la estructura espacial

4.4. Análisis de la estructura espacial

Análisis de los patrones de autocorrelación espacial y la interacción entre las estructuras
ecológica y espacial

Bosque

La riqueza rarefaccionada y la abundancia mostraron estructura espacial, con autocorrelo-
gramas estadísticamente significativos (i.e., diferentes a lo esperado por azar; Fig. 11). Las variables
ambientales no mostraron patrones de autocorrelación significativos, a excepción del número de
bostas. La riqueza rarefaccionada presentó autocorrelación negativa a grandes distancias (165 km)
al igual que la temperatura máxima diaria y la riqueza de plantas pero con menor magnitud y en
forma no significativa.
El modelo espacial explicó una menor proporción de la variación promedio en la abundancia y
riqueza de especies que el modelo climático-ambiental (Tabla 7 y Fig. 14). La proporción de varianza
en la riqueza observada, explicada por el efecto de variables climático-ambientales espacialmente
estructuradas (fracción b) resultó alto (b = 0.394). La fracción b explicó una menor proporción de
la variación en la abundancia (b = 0.241) y una proporción de variación muy baja en la riqueza
rarefaccionada (b = 0.1).

Matorral-estepa

La riqueza rarefaccionada y la abundancia no presentaron estructura espacial estadística-
mente significativa en los correlogramas (Fig. 12). Los valores de las variables son independientes de
la distancia a la cual se encuentran los sitios, o mejor dicho, estos patrones son similares a los que se
obtienen al simular una distribución espacial al azar (Legendre y Legendre 1998). La riqueza obser-
vada en cambio presentó un correlograma significativo, pero sólo presentó autocorrelación negativa,
en una clase de distancia intermedia (91 km). La precipitación, la temperatura máxima diaria y la
riqueza de plantas presentaron estructura espacial.
Consistentemente con lo obtenido en los correlogramas, se observó que los modelos espaciales
explican una baja proporción de la varianza en las variables respuesta (Tabla 7 y Fig. 14). Sin
embargo, el agregado de las variables espaciales aproximadamente duplicó el R 2 obtenido con los
modelos climático-ambientales para la riqueza rarefaccionada y la abundancia. Esto se debe a que la
fracción b fue muy pequeña lo cual implica que no hay relación entre la variación espacial y ambiental
en este ambiente. En el caso de la riqueza rarefaccionada ocurrió que la fracción b fue negativa,
aunque muy pequeña. La fracción b no se estima como un parámetro en las regresiones, sino que se
calcula como una resta, es decir que estrictamente no constituye una varianza, y en realidad hace
referencia a una variación (Legendre y Legendre 1998; Mé Ot et al 1998). Cómo en este caso el b
fue pequeño se consideró 0 su valor según el procedimiento usual (comunicación personal de Daniel
Borcard -departamento de Ciencias Biológicas, Universidad de Montreal, Canadá-).

Gradiente completo

La riqueza rarefaccionada y la abundancia no presentaron autocorrelación espacial
significativa en los correlogramas. En cambio, la riqueza observada presentó autocorrelación
significativa negativa a distancias intermedias entre 107 y 123 km (Fig. 13). En los mapas de isolíneas
elaborados, también se observó que la riqueza observada varía sustancialmente en el espacio, con
zonas de mayor riqueza generalmente hacia la estepa (Fig. 17). Si bien los correlogramas no indicaron
la presencia de estructura espacial en la abundancia, en los mapas se observó visualmente que la
abundancia varía espacialmente; ésta variable presentó valores muy altos en el matorral-estepa en el
norte, y en la estepa en el centro y sur, los valores disminuyeron abruptamente, alcanzando valores
comparativamente muy bajos en la zona de bosque (Fig. 16). Una superposición de los dos mapas
indicó que en general las zonas de mayor riqueza tuvieron también mayor abundancia. Sin embargo
el área que tuvo los valores de riqueza más altos se encontró en una zona donde la abundancia
fue alta (2000 individuos) pero no la máxima. Los patrones de variación espacial en la riqueza
rarefaccionada resultaron muy diferentes a los de la riqueza observada, aunque la zona de mayor
riqueza observada fue también una zona de riqueza rarefaccionada alta (Fig. 15).
Según lo esperado, entre las variables climático-ambientales, la precipitación (Fig. 13), la
temperatura máxima diaria (Fig. 13) y la cobertura de árboles (Fig. 13) presentaron una fuerte
estructura espacial, con un patrón de autocorrelación significativo muy similar. Este presentó valores
de autocorrelación positivos a distancias cortas. Con el incremento de la distancia los valores de
autocorrelación disminuyeron hasta 0, y tomaron valores negativos. La primera parte de la curva
(hasta los 94 km) es similar a los correlogramas que se obtienen al simular un gradiente (Legendre
y Legendre 1998). Este gradiente se observó en los mapas elaborados (Figs. 18 y 19), donde la
precipitación y la cobertura de árboles mostraron una relación espacial muy similar, con incremento
de las precipitaciones y la cobertura de árboles hacia el oeste (bosque). La temperatura máxima
tuvo valores altos en toda la zona de estepa, éstos disminuyeron abruptamente hacia el comienzo
de la zona boscosa.
La cobertura del estrato herbáceo, la riqueza de plantas y el número de bostas también
tuvieron patrones de autocorrelación espacial significativos, aunque sin una estructura espacial
tipo gradiente lineal (Figs. 13, 18 y 19). La cobertura del estrato herbáceo y el número de bostas
presentaron valores altos hacia la zona de matorral-estepa (Figs. 18 y 19); La riqueza de plantas
presentó valores altos hacia el matorral (Fig. 19). La cobertura de arbustos fue la única variable
ambiental que no presentó un correlograma significativo, con los valores más altos concentrados en
la zona de matorral y bosque (Figs. 13 y 19).
Los modelos espaciales explicaron un 14% de la variación en la riqueza rarefaccionada y
un 19% en la abundancia (Tabla 7 y Fig. 14). Sin embargo, la proporción de la varianza en la
riqueza observada explicada por el modelo espacial fue mayor (27%). Esto es consecuente con
que la riqueza observada estuvo más espacialmente estructurada que la abundancia y la riqueza
rarefaccionada en los correlogramas. La variación espacial en la riqueza observada estuvo explicada
en una proporción alta por las variables climático-ambientales (b = 0.267), prácticamente explicaron
toda la variación espacial (27%). La fracción de la varianza explicada por variables ambientales
espacialmente estructuradas fue menor en la abundancia y la riqueza rarefaccionada (Tabla 7 y Fig.
14)